26/2/10

Interminablemente

Entre las cuatro paredes de la memoria acuden al
patio los dorados relinchos de las yeguas.
Oh mañana, mañana, interminablemente en mi sangre.
Pocas, muy pocas, casi ninguna palabra es
necesaria para traer ese aroma los labios se
incendian, era un muchacho que se despedía, agonía
breve.
Después como si el sol naciese allí, no volveremos a
hablar en desierto a propósito del cuerpo.
Eugenio de Andrade

No hay comentarios: